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APRENDIENDO QUÉ ES LA VERDADERA SOLIDARIDAD

Con motivo de la Navidad hemos tratado en clase el valor de la solidaridad; esta no consiste sólo en dar algo a alguien con una actitud paternalista olvidándonos, al segundo, de nuestra acción, sino que es un valor que consiste en apoyar y ayudar a los demás, especialmente a quienes más lo necesitan, sin esperar nada a cambio. Por todo ello, la verdadera solidaridad lucha por las causas o intereses comunes, superando las diferencias sociales, culturales y de cualquier tipo. La verdadera solidaridad, por tanto, es aquella que se manifiesta tanto en actos concretos de ayuda material o emocional como en la defensa de derechos y la construcción de sociedades más justas.

Las características de la solidaridad son:

1. Apoyo desinteresado.

2. Ausencia de prejuicios.

3. Acción.

4. Conciencia 

5. Compromiso. 

Por consiguiente, si queremos educar a nuestros jóvenes en la solidaridad debemos ser los adultos verdaderos ejemplo de conducta. Los adolescentes aprenden de lo que ven en sus mayores. Por ello, estaría muy bien hacer actividades solidarias juntos, como las que se promueven en los centros educativos, como por ejemplo, una  campaña de recogida de alimentos que hemos realizado en el instituto San Roque de Badajoz en colaboración con Cáritas para las familias más necesitadas.

Por otra parte, también es muy importante fomentar la empatía y la comprensión. No se trata de sentir lástima de forma paternalista de nada ni de nadie, sino de ponernos en el lugar del otro. Todo esto se puede hacer a través de libros, películas, documentales, etc., y su posterior trabajo.

Por último, y muy importante, es promover en nuestros adolescente el pensamiento crítico, animándoles a identificar situaciones injustas y pensar cómo las mejorarían ellos. Por ello, en bachillerato hemos trabajado una situación de aprendizaje sobre el consumismo y los gastos innecesarios en las familias.

En fin, todos tenemos un gran trabajo por delante, pero se trata de nuestros hijos y alumnado. Realmente merece la pena. ¡Mucho ánimo!