Ambos planos son complementarios del mismo proyecto. Consiste en una fortificación exenta, rodeada de foso perimetral, con un único acceso a través de un puente peatonal ejecutado sobre cimientos para salvar el foso. Tal acceso comunica con la plaza a través de un camino cubierto protegido por un elemento o empalizada, llamado técnicamente estacada.
En su interior se proyectan unos almacenes o dependencias que utilizan la propia muralla como fachada con el fin de ahorrar en material y mano de obra. Tales edificaciones dejan un espacio libre de maniobras de planta triangular, o patio de armas, en el interio del recinto. La cubierta de estas naves, almacenes y equipamientos para fuerte y recorrido de observación desde el parapeto en el que se abren hasta veinte cañoneras, número excesivo a nuestro entender para la defensa de tan pequeño emplazamiento y que demuestra la importancia del enclave para la plaza de Badajoz. En los vértices de cada lado se disponen garitas de guardia para observar posibles acciones del enemigo en las proximidades de la plaza.
Otros elementos apreciados en el plano son las troneras abiertas en la planta baja de la muralla, con el objetivo de cubrir el foso y el camino cubierto.
Un riguroso proyecto del que sólo queda el recuerdo de su fábirca tras la demolición efectuada en los años 70 del pasado siglo.
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